¿Cómo recibo el verdadero legado?
- Si no eres creyente, lo primero que debes es reconocer a Jesús como tu Señor y Salvador, quien ha cargado tus pecados y tiene el poder de transformar. Es importante que prosigas una relación con Dios guiada en su Palabra (La Biblia).
- Pídele perdón a Dios por haberle dado lugar al enemigo en tu casa, al no luchar por tu familia cuando el diablo ha sembrado en ellos hábitos oscuros, borracheras, riñas o discusiones fuera de control, etc., o quizá tú has caído en algo de esto último
- Aprende a escuchar y a recibir consejo de alguien más que tenga una relación con el Espíritu de Dios. No olvides que tú necesitas llenarte para ministrar la vida de otros, y la de tu familia, por supuesto; ya que no podemos dar lo que no tenemos. ¡Predícale a tu familia! No solo con tus acciones, sino también con el poder de Dios y su Palabra.
- Ahora es tiempo de ordenar tu casa. Como sacerdote o sacerdotisa de Dios, te ha sido dada la autoridad – no con fuerza o autoritarismo, sino con honra, sagacidad y amor – para poder guiar a tu familia hacia las bendiciones de la obediencia a Dios en todas las áreas de sus vidas.
- Mantén tu primer amor al Señor: No dejes que las cosas espirituales, se conviertan en comunes. Que el Señor sea el tema de las conversaciones que tengas en tu familia.
¿Qué debo hacer con el legado que tengo departe de Dios?
como en una competición de relevos, esto quiere decir; una carrera en la que los miembros de un equipo se tienen que pasar un “testigo o testimonio” que es el nombre del objeto que llevan en la mano; al siguiente competidor para que puedan avanzar y este, al siguiente competidor, para que pueda continuar la carrera. Así de la misma forma debemos encargarnos de buscar el Reino de Dios, arrebatarlo y extenderlo a nuestros hijos, nietos y asegurarnos de que ellos llevarán este legado a las futuras generaciones.
a) Un verdadero y buen legado SE CONSTRUYE, desde antes. Lo construyes desde hoy (LUCAS 6:47-48, MATEO 7:24-27), para ello debes esforzarte y ser valiente (JOSUÉ 1:8) y lo más importante, aunque haya momentos difíciles, no pierdas tu fe y esperanza en Dios (HEBREOS 6:12).
b) El verdadero legado no insta en las cosas naturales y en las que vemos sino en LO ESPIRITUAL, en lo que PERDURARÁ POR SIEMPRE. Estamos llamados, por amor a Dios y a nuestras futuras generaciones, a dejar una buena herencia y que permanezca. Comentario: No te conformes con lo “bueno” de Dios, con que tu familia ya vaya a la iglesia o todavía no, porque el querer tan solo poco, hará que pierdas <<lo mejor de Dios>>. Cuando trabajes por construir el verdadero legado, llegarás al final de tus días y podrás decir dignamente: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2 TIMOTEO 4: 7- 8